Disciplina China

viernes, 1 de enero de 2021

GEISHA SUMISA

Geishas.Tinta china sobre papel cansón 20x30


La palabra geisha procede de gei significa arte y sha significa persona; así pues tenemos que geisha significa persona familiarizada con el arte.

En la familia japonesa las jóvenes geishas dulces, complacientes, modosas y atentas atienden a los invitados sirviéndoles el sake: vino de arroz japonés.

Su apariencia es bien visible en sus caras empolvadas de un blanco cal y sus kimonos cubren todo el cuerpo desde la garganta a los pies. No hay escotes ni se adivinan las finas piernas. Sus kimonos espectaculares confeccionados con las sedas más ricas, crespones más costosos, delicados y detallados bordados son sus cualidades junto y mezclado a la combinación exquisita de los colores del arco iris. Las geishas cantan y bailan de un modo recatado al son de la guitarra japonesa shamisen o el koto que saben tocar igual y aprenden de memoria pues para los instrumentos japoneses no existe el pentagrama; no se conoce el libro.

Antiguamente cuando tenían doce años eran compradas a sus padres por un tiempo que oscilaba entre tres y siete años. Esta venta facilitaba a la familia salir de la pobreza y la geisha pertenecía al mecenas hasta que recuperaba la cantidad que pagó por ella. También se sumaban al comprador todos los gastos del mantenimiento así como la enseñanza y formación en sus conocimientos artísticos de canto, baile y música. Aprenden el uso de cremas, polvos y perfumes. Una vez formadas eran examinadas y al ser interrogadas  por su virginidad no son reprochadas si la han perdido ya que sirvió para pagar los costosos gastos de su pulcra educación. Las largas mangas de los kimonos indican si son medio geishas y doncellas llamadas pangyogu o por si el contrario las mangas llegan hasta el suelo indican que es una verdadera geisha.

La mujer japonesa es sumisa por naturaleza y acata y obedece en los aspectos de la vida pero la geisha cumple su misión por interés. Su hermana mayor autoriza e interviene en este contrato compra-venta después de la disposición y decisión de la interesada en el que nada hay de delictivo ni vulnerable para ella.

Viven reunidas en comunas bajo la dirección, tutela y cuidado de una mujer de cierta edad a la que le dan el nombre de nee shan (hermana mayor) la cual las atiende y educa procurando hacerse agradable en todo instante, conquistando y divirtiendo a los clientes con sus gracias, sus primores y su voz fina con palabras melosas y oportunas. Siempre refinadas, siempre corteses. Cada geisha tiene a sus órdenes una jovencita que llevan consigo a las casas de té y sitio de recreo y que se las llama maiko con habilidad para la danza. Bailan serena y armoniosamente mientras manejan un pequeño abanico mientras que la geisha canta y pulsa el shamisen. Las geishas cobran sus honorarios por horas y sus jóvenes acompañantes maikos perciben únicamente la mitad.

Todo el arte que aprendieron y todo su ingenio brillan en las conversaciones espontáneas y prontas, felices de ocurrencias y donde lucen su extensa ilustración, que cultivan aprendiendo; aprendiendo sin un desmayo y sonriendo;  para ponerse al nivel de sus más inteligentes interlocutores. Poesía, ciencias, arte, historia sin olvidar el baile y la música son temas aprobados.

Las geishas jamás cuentan las tristezas y preocupaciones que en general son norma en las conversaciones de las prostitutas de otros países. Cuidan de entretener de un modo suave y sonriente al relatar la historia de su vida, por trágica que haya sido. El concepto de prostitutas que la imaginación occidental achaca a estos seres tiernos, delicados y sensibles es por tanto inexacto.

Sus sueños, sus posibles sueños de cambiar sus vidas y de ser independientes, resultan difíciles de llevar a la práctica. Los gastos aumentan pues no quieren descuidar su cultura, ni el lujo al que están acostumbradas y por esto las esperanzas deben irse demorando. Otras geishas tienen proyectos semejantes al de muchas cortesanas europeas de vivir en países occidentales protegidas y mantenidas por el marido de poder adquisitivo que las aleje de su anterior vida.

Terminados los años para que fue vendida, cumplidos sus compromisos y liquidadas sus deudas que pudiera tener la geisha, se convertía y se convierte, muchas veces, en la esposa respetada e ilustre de un personaje de la nación exceptuando el Mikado (tennō) y los grandes príncipes.

El emperador Mutsuhito que reinó medio siglo y realizó provechosas reformas en su patria, prohibió en 1870 que los padres vendieran a sus hijas para cualquier fin lucrativo, si bien este decreto no significaba su abolición total ya que no siempre se cumplía.

En la actualidad las geishas te reciben en un jacuzzi privado albornoz en mano dándote la bienvenida con una reverencia. Allí una geisha canta una balada de amor a la vez que toca el shamisen o el koto mientras otra geisha baila a ritmo dulce y acompasado con movimientos armoniosos. Introducido en el jacuzzi junto con otros clientes una geisha te masajea el cuello y los hombros mientras te relajas en el baño de sales aromáticas.

En los restaurantes sale una camarera al encuentro y te conduce al interior a un aposento donde hay esterillas en el suelo. Otra camarera trae un almohadón que coloca encima de esa esterilla y te invita a sentarte. Delante hay una mesita lacada en negro llamada gen y te invita a un sake o un té aromático. El ambiente de estos sitios es distinguido y adornado con mucho gusto aunque de escasa luz como requiere tomar el té como tradición en éste país. Se puede pedir a la camarera que llame algunas geishas y oskakus. Las geishas son las que cantan y las oskakus las que bailan mientras salen las maikos con el shamisen y un tamboril en forma de reloj de arena y abanicos para acompañarse durante la danza.

Modosas y sumisas se colocan junto a vuestra mesa. Esperan la orden que les deis. Si antes la obsequiáis con una taza de té, os dará las gracias y después de apurar la taza os dará otra. Rige como ley entre cantadoras y bailarinas aceptar la bebida que les ofrecen, mas no aceptar nada de comer.

Este tipo de muchachas, cantadoras y danzarinas, ya existían en el Japón en los comienzos del siglo XII. Acerca del verdadero carácter de las modernas geishas, la mayor parte de ellas son hijas de familias pobres que no pudieron darles instrucción y al llegar a los catorce o quince años, empiezan a educarse para geishas. Durante los dos primeros años se llaman oskakus (danzarina), y mientras dura esta preparación perciben económicamente la mitad de lo que gana la geisha ya formada. Terminados estos dos años reciben la calificación de cantadoras o geishas.

Las geishas son de tres clases, según la condición que se contratan. Las Marugakae, las que se contratan para servir por tres o cinco años y a las que se entrega por adelantado una suma de 15.000 a 20.000 yens donde también los gastos de vestido, comida y dinero corren a costa del empresario que las contrata. Las Wake o Shichisan son las que participan de los beneficios y reciben un adelanto de unos 100.000 a 150.000 yens que devuelven al empresario al terminarse el plazo del contrato pero que reciben la mitad de lo que cobran de los clientes. Finalmente las exclusivas Mise-gari  o Kambankari  son geishas independientes, no empleadas en establecimiento alguno, pero que hacen el negocio en algún lugar destinado a las geishas. Estas geishas pueden cobrar hasta 300.000 yens y un mecenas avala la solvencia del cliente.

Vicente Blasco Ibáñez escribió : “Esta especie de cocota nipona, fue en otros tiempos, antes de que el Japón adoptase las costumbres occidentales, algo así como una institución nacional, destinada a satisfacer necesidades psicológicas más que físicas…En realidad, la geisha no fue nunca una prostituída”.

En el mundo occidental la figura de la geisha tiene una popularidad extraordinaria,especialmente debido a la ópera de Giacomo Puccini : Madama Butterfly.

 

Aria: "Un bel di vedremo"
Soprano: Ying Huang
Ópera : Madama Butterfly
Compositor: Giacomo Puccini


 
Hasta aquí la parte técnica, correcta, precisa y exacta de tal ser angelical.

La geisha como tal es la modelo de mujer sumisa a seguir y un ejemplo para las demás pues una mujer consigue más con sumisión que con rebeldía. La geisha sumisa contiene todas las virtudes que un amo quiere conseguir para él, sin dominarla ya que sentimos la atracción de la geisha, la amamos pero no nos imponemos a ella con nuestra virilidad física sino por el dominio de nuestros sentimientos.

Resumido esto, reconozcamos que a todos los amos nos gustaría tener una mujer geisha ya que es el arquetipo de sumisa que obedece sin reproches y, sin sentirse esclava, se siente perra de su dueño al que le gusta servir zorra de su deseo callado y discreto puesta a la orden de su amo que la quiere puta en la cama para cumplir sus placeres sexuales pudiendo ser ocasionalmente cedida para disfrute visual de su amo. En este ritual no es necesario que la sumisa disponga de kimono o sepa preparar el té ya que de igual manera puede complacer sirviendo desnuda con delantal, zapatos altos de tacón y medias la bebida preferida de su amo junto a un aperitivo donde esta escena deja ver el trasero de la sumisa para imaginación de su amo.

 

Mario Rey: Maestro Nawashi.



Mario Rey Gump